(Este parte llega sólo a algunas de vosotras, las direcciones que recuerdo de memoria. Lo mandaré al resto cuando llegue a la base. Sí queda colgado en partepolar.blogspot.com. No respondáis a esta dirección sino a la otra.)
Por el sistema de megafonía del barco oyes que todos los científicos han de presentarse en el comedor, y esto te sorprende tratando de encontrarle el truco al compartimento minúsculo donde han de caber todas tus cosas. Sales a cubierta y acudes a la llamada.
Te unes a las otras veinte personas y os apretáis en un comedor en el que apenas caben diez holgadamente. El barco aún está amarrado y aún hay personas de la tripulación que llegan apuradas y de paisano, después del día de permiso, con pequeñas bolsas de recuerdos o tabaco. Afuera, en cubierta, las más nostálgicas o enamoradas aprovechan estos minutos finales de cobertura móvil para, escondidas en los rincones menos evidentes, despedirse de quienes quieren. Es la despedida de un encuentro que nunca se produjo, ya que del mar venían y al mar van, y eso aumenta el dramatismo de sus figuras encogidas por la nostalgia y, en algún caso, las lágrimas.
Tras la amable bienvenida oficial del Comandante, el Segundo Comandante os cuenta las normas del barco con campechanía y buen humor. "Los barcos más difíciles de hundir son los militares, pero, como sabéis, aunque esto sea la Armada este buque no es militar". No salir a cubierta de noche sin avisar, no salir tampoco con mar gruesa. Desayuno a las 8, comida de 1 a 3, cena de 7 a 8. Prohibido vomitar en los labavos. Durante el desatraque podemos estar en los balcones del puente, pero no en las alas del mismo.
Acabada la charla, te devuelven tu pasaporte con el sello de salida de Argentina (volverás a tierra por Chile) y todo el mundo sube a cubierta a contemplar la maniobra de salida.
Efectivamente, el Comandante, situado en el ala de babor del puente, imparte órdenes a un oficial que las transmite por radio a otro oficial que, en popa o en proa, dirige a cuatro o cinco hombres. Las cuatro grandes maromas son soltadas sucesivamente en tierra por un tipo que no es de la tripulación, y recogidas con esfuerzo por tres, cuatro marineros. Milimétricamente, el barco se va separando del muelle a las órdenes del Comandante y completa la maniobra de giro para poner proa hacia el Canal de Beagle (nombre del buque en que llegó aquí Darwin) y dejar atrás Ushuaia de una vez.
Hasta que salga a mar abierto quedan unas cinco horas, luego todos hablan de "un Drake malísimo". Aprovechas que ahora el viaje parece un crucero y tomas estas notas.
Por el sistema de megafonía del barco oyes que todos los científicos han de presentarse en el comedor, y esto te sorprende tratando de encontrarle el truco al compartimento minúsculo donde han de caber todas tus cosas. Sales a cubierta y acudes a la llamada.
Te unes a las otras veinte personas y os apretáis en un comedor en el que apenas caben diez holgadamente. El barco aún está amarrado y aún hay personas de la tripulación que llegan apuradas y de paisano, después del día de permiso, con pequeñas bolsas de recuerdos o tabaco. Afuera, en cubierta, las más nostálgicas o enamoradas aprovechan estos minutos finales de cobertura móvil para, escondidas en los rincones menos evidentes, despedirse de quienes quieren. Es la despedida de un encuentro que nunca se produjo, ya que del mar venían y al mar van, y eso aumenta el dramatismo de sus figuras encogidas por la nostalgia y, en algún caso, las lágrimas.
Tras la amable bienvenida oficial del Comandante, el Segundo Comandante os cuenta las normas del barco con campechanía y buen humor. "Los barcos más difíciles de hundir son los militares, pero, como sabéis, aunque esto sea la Armada este buque no es militar". No salir a cubierta de noche sin avisar, no salir tampoco con mar gruesa. Desayuno a las 8, comida de 1 a 3, cena de 7 a 8. Prohibido vomitar en los labavos. Durante el desatraque podemos estar en los balcones del puente, pero no en las alas del mismo.
Acabada la charla, te devuelven tu pasaporte con el sello de salida de Argentina (volverás a tierra por Chile) y todo el mundo sube a cubierta a contemplar la maniobra de salida.
Efectivamente, el Comandante, situado en el ala de babor del puente, imparte órdenes a un oficial que las transmite por radio a otro oficial que, en popa o en proa, dirige a cuatro o cinco hombres. Las cuatro grandes maromas son soltadas sucesivamente en tierra por un tipo que no es de la tripulación, y recogidas con esfuerzo por tres, cuatro marineros. Milimétricamente, el barco se va separando del muelle a las órdenes del Comandante y completa la maniobra de giro para poner proa hacia el Canal de Beagle (nombre del buque en que llegó aquí Darwin) y dejar atrás Ushuaia de una vez.
Hasta que salga a mar abierto quedan unas cinco horas, luego todos hablan de "un Drake malísimo". Aprovechas que ahora el viaje parece un crucero y tomas estas notas.
P.S.: Tomás, la matrícula hexadecimal del barco: 9c 083 75a 34a 34a 1
4 comentarios:
Todas acabamos de zarpar contigo. Yo he estado en ese barco, y lo acabo de vivir.
buenas jotaele!!qué alegría!!no se qué hora será por aquellas tierras!aquí con las 4 de la tarde y hace un sol espléndido!!esta mañana me reuní con los rovers y me dijeron que tu aventura ya había comenzado!!!!no podía resistirme a leerla cuanto antes!por lo que cuentas argentina debe ser preciosa y llena de encanto, es apasionante!disfrútalo y quédate con el momento!!porque será digno de recordar en un fututo!! te deseo lo mejor y seguiré tu odisea!! ánimo ulises!
besitos muy fuertes!
jijiji!
creo que esas es una de mis niñas.. María Segura quizás. Se han alegrado mucho de saber de ti.
A estas alturas ya te habrás acostumbrado al vaivén del barco.. ya puedo decir que mi hermano es un lobo de mar, muaaajajaja!!
:D
besos!!
si!!soy maria s.!gracias cristy!jiji
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