[NOTA: No podré mandaros emails este año como el pasado. Publicaré los partes en http://partepolar.blogspot.com, donde ya hay algunos recientes.]
Despiertas en un catre en el sollado de popa, donde lo primero que notas es el olor característico de la antigua combustión del Las Palmas, el ruido ensordecedor de sus dos motores a 750 revoluciones y, sobre todo, tu espalda agarrotada. No es que sea incómoda la cama, sino que desde hace unas horas el movimiento del barco te obliga a tensiones y apoyos constantes mientras duermes. Por la violencia del zarandeo, calculas que hará un par de horas que habéis doblado el cabo de Hornos y que enfiláis ya por alta mar el pasaje de Drake.
Conociendo de sobra que con esta mar es imposible hacer nada que no sea dormir o vegetar, decides levantarte de la cama lleno de curiosidad. ¿Estará la mar gruesa o sólo de través? ¿Cuál será la dirección del viento? ¿Bailarán ya los albatros viajeros?
Sin embargo, ese levantarse de la cama que es usualmente automático y fácil, es ahora bastante complicado. Veamos. Lo primero va a ser vestirse, y mejor hacerlo tumbado pues de pie cualquiera sabe. Bien, los pantalones. Primero los sitúas mentalmente, haciendo varias pausas para estabilizar el interior de tu cuerpo removido por el juego loco de inercias en todas direcciones. Abres los ojos y los fijas en el techo de la litera. Descansas. En una tregua que parecen conceder las olas, alargas la mano y tomas los pantalones, te tumbas y descansas. Fijas la mirada. Tumbado te los pones entre dos golpes de mar y vuelves a fijar la mirada. Es necesario concentrarse en la respiración porque de a ratos te parece que es el único asidero que te mantiene fuera del caos del mareo. Calcetines. Sudadera. Y ahora sí, llegó el momento. Te sientas al borde de la litera y debes apoyarte en seguida en la de enfrente porque todo se ha inclinado de repente y casi vuelcas. Respiras (ese olor a humo de gasoil), descansas, te concentras. Sabes que es psicológico, que gran parte depende de tu debilidad mental. Pero apenas puedes fijar la atención en nada, porque una y otra vez impredecibles cambios de aceleración lanzan los órganos en tu interior hacia todos los lados. Bah, no es nada. Vamos, los zapatos, te levantas, caminas ya pasillo alante y llegando a la escalera tu peso parece disminuir de súbito y te aligeras, flotas casi a media altura. Al segundo siguiente, te retuerces aplastado sobre la escala y no hay respiración que te serene. El puente, el puente, en el puente de mando estarás bien, viendo las olas, charlando con quienes haya de guardia, los albatros... tienes que subir. Trepas la escalera entre dos sacudidas y llegas al puente. El espectáculo allí es desolador.
Un oficial y dos marineros dormitan como pueden sobre sillas y repisas. Fuman, y el olor del humo te mata. Afuera, montañas de agua se desplazan sin orden, sin concierto, en las cuatro direcciones hasta donde alcanza la vista. La proa se hunde en el agua en cada golpe, el oleaje salta a cubierta por los cuatro costados, una grieta atraviesa uno de los vidrios ayer intacto. Incapaz de pensar, te amontonas en respirar, fijar la vista en el horizonte, sujetarte y cancelar la oscilación del suelo moviendo tu cuerpo siempre al revés que el barco. Mas no puedes pensar si todo se mueve, respiras y no, se vuelve a invertir el movimiento y peor. Con gesto elocuente y mirar perdido, el marinero timonel abandona su posición y corre escaleras abajo en busca de un váter. Tu boca se humedece, hace rato ya que sudas frío y que la presión se te hace insoportable en los oídos. Vas dando por perdida ya la lucha y, de repente, te obligas a salir al alerón de babor y a darle al mar de adentro lo que colérico te pide. Mientras rociones de agua empapan tu ropa, vomitas y sueñas con saltar a tierra firme y a tu cama. Mojado, de nuevo en el puente, pides pastillas al capitán médico y vuelves al catre respirando pausas, sudores fríos, náuseas y golpes. El dimenhidrato, el vaivén y el esfuerzo que se han llevado los últimos cuarenta minutos te adormecen dulcemente y te abandonas.
P.S.: No llega este parte a todos los emails que me gustaría. Sentíos libres de compartirlo, os lo agradeceré.
P.P.S.: Hay algún otro parte ya en http://partepolar.blogspot.com
P.P.P.S.: Podéis responder (sin archivos adjuntos) a esta dirección, pero lo mejor es que mandéis una copia a mi correo habitual por si esta se pierde.
miércoles, 21 de enero de 2009
Parte polar: Paso de Drake
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