jueves, 29 de enero de 2009

Parte polar: saltar de un hielo

A la base chilena González Videla ha bajado también gran parte de la dotación del barco. Para esas personas, que en esta ocasión se pasarán 37 días sin pisar tierra, una visita de este tipo supone mucho. En varios turnos, van bajando a tierra, y ves distintos grados de fascinación en sus caras al ver los pingüinos que por todos lados rodean la base. Para algunos es la primera vez, otros llevan en sus cuerpos ya hasta cinco campañas antárticas, y hay pocas cosas que les impresionen ya aquí. Pero sí, camisetas del Rácing de Ferrol, una boina y hasta una bicicleta saldrán en las pintorescas fotos que llevarán a casa esta gente.
Y al volver al barco, te quedas para el último viaje junto a algunos científicos y a los suboficiales de máquinas, gente gallega y canaria y en su mayoría primerizos en pingüinos. Una vez puesto el traje de supervivencia (un mono estanco de colores chillones con el que se puede flotar en el agua helada sin notar siquiera el frío que, sin él, te haría morir en unos dos minutos), y justo antes de arrancar el motor de la zodiac, una voz cascada sugiere dar un paseo entre los hielos azules que flotan frente a la base. Por supuesto, otras se animan clamando por colonizar un iceberg, y el timonel parece asentir increíblemente en su silencio. Tú, tragas saliva.
Elegida la presa, una con un reborde a modo de muelle a la altura de la borda de la zodiac, donde el intenso blanco se degrada en azules reflejados en todas direcciones, comienzan a saltar entre grandes risas de ilusión infantil (en esas voces roncas). Ya hay uno que panza abajo hace uso del tobogán natural del que dispone el hielo, mientras otro trepa a lo alto lanzando gritos. Un tercero salta, y otro y otro más. Arrancado y sin pensar, entregas la cámara a alguien y el sexto eres tú. El témpano es bastante grande, calculas a ojo que como el salón de tu casa, y, de momento, estable.
Pero entonces una voz de alarma llama al timonel de la zodiac porque otro hielo, más pequeño, se desliza bastante rápido en dirección a la goma inflable en la que quedan aún otras seis personas. La zodiac se retira mientras el nuevo hielo ocupa su lugar y, presas de la excitación, dos marineros saltan de un hielo a otro como si tuvieran quince años. Como sigue moviéndose, deben darse prisa en volver al hielo grande, pero uno de ellos no lo ve claro. El otro salta, pero las dudas de éste hacen que quede aislado en el segundo témpano, que sigue alejándose metro a metro del nuestro para gran diversión de todos, incluído el marinero que en él viaja. Para no perder ni un ápice su imagen intrépida, se dedica a posar, tumbado, como en la playa.
Y no habiéndote repuesto de la risa viva que todo esto te está causando, oyes un ruido enorme CRAAAAACK!! a tu derecha. Unos metros más allá, un tercer témpano de hielo, al que hace un momento llamábais la seta por la extraña figura que representaba, ha reventado en un crujido enorme partiéndose en dos, y el trozo grande comienza a voltearse, girando sobre sí mismo, en dirección a donde estás. Su movimiento es lento y majestuoso, pero calculas la inercia que lleva asociada y el riesgo que existe si llegara a golpear tu barco de hielo. Se ve que los otros calculan también, porque la mayor parte de tus compañeros de viaje ya no están de pie y algunos llaman a voces a la zodiac.
Se produce el rescate entre nuevas risas, incluyendo al náufrago solitario. Al llegar al barco y quitarte el traje, te alcanza por dentro una sensación antigua que casi tenías olvidada, imposible de definir pero que viene de atrás y reconoces. Como abrir un álbum de fotos amarillas y verte de pequeño, subido a un árbol, trepando peñas o nadando hasta la roca más lejana. Situaciones compartidas que llenaban el pecho por un tiempo y revivías mentalmente o al contarlas. Situaciones, cómo pudiste olvidarlo, que hacían que vivir pareciera la mejor de las cosas que a una podrían ocurrirle.

3 comentarios:

Bahú bamba Lelë dijo...

No entiendo por qué no hay comentarios. Yo me he puesto al día contigo hoy! que he sido capaz (basicamente de tener tiempo) de leerte.

Me gusta a mi esas sensaciones de sentirse vivo que estás teniendo, pero ¡la próxima vez ten cuidaito ehn?!

Marac dijo...

Será por las instrucciones que en su día dejó el marinero??? Creo que no los puede leer;)
Aún asín...yo es que me quedo sin palabras, o me mareo, o me dá frío...:)

(y no soy la única a la que le pasa, conste)

Miguel Bueno Jiménez dijo...

Una maravilla de buena literatura y emociones. Enhorabuena y que la travesia sea fructifera. Expresiones